Príncipe de los lirios

Reproducción del palacio de Cnosos.

Reproducción del palacio de Cnosos.

La obra ante la cual nos encontramos es el fresco del príncipe de los lirios, de autor desconocido. Data del año 1470 a.C., aproximadamente. Lo sabemos por la semejanza de su indumentaria con la de los cretenses pintados en tumbas egipcias, ya que el taparrabos cretense es sustituido por el faldellín* sirio-egipcio.

El fresco, combinado con relieve de estuco, fue pintado originalmente en el ala occidental del palacio de Cnosós (Creta). Pertenece, por tanto, al arte minoico. La función del fresco fue probablemente decorativa. Representa a un hombre esbelto y atlético, posiblemente un rey-sacerdote. Otra hipótesis señala que la figura es el propio rey Minos. Aparece vestido a la manera egipcia, con el torso de frente y el resto de perfil. Se logra un cierto movimiento corporal gracias a la extensión del brazo, y a la manera en la que el pelo cae, como si estuviera siendo movido por el viento. Posee un aspecto juvenil, al estar la vejez ignorada completamente en el arte cretense. Lleva un cetro en la mano izquierda, y un collar de lirios de oro. De fondo, se ve un jardín de lo que se supone que son unos lirios (de ahí su nombre). Sobre ellos, revolotea una mariposa. Encontramos similitudes en la forma entre ésta, las flores, y la corona que el hombre lleva sobre la cabeza. Cabe destacar que la corona está hecha de lirios y plumas de pavo real.

En el fresco, que tiene una altura de 1,20 metros, predomina el color sobre el dibujo; además, el tono rojizo del fondo hace resaltar la figura del hombre. La aplicación del color no da ningún volumen al hombre, cuyo rostro no muestra emoción alguna (es hierático). La perspectiva es frontal, con un punto de vista alto. Actualmente, el fresco original se halla en el Museo Arqueológico de Heraclión, aunque podemos encontrar una reproducción en el palacio de Cnosós.

Esta obra expresa una belleza y elegancia que tienen como objetivo adornar las paredes del palacio de Cnosós. Está en armonía con la naturaleza, y no está relacionada con temas egipcios como la vida más allá de la muerte. Sabemos que los minoicos tuvieron una sólida base económica, con una ganadería y agricultura (triada mediterránea) muy productivas. Su comercio se basó en la exportación de productos de lujo en oro y plata, y cerámicas, por todo el mar Egeo. Su situación geográfica fue privilegiada, por ello su desarrollo cultural se vio favorecido por los intercambios comerciales. Su sociedad era jerarquizada y densa. Además, tuvieron una escritura en forma de jeroglíficos, que evolucionó hasta ser fonética. La característica mionica más particular fue la paz que tuvieron. Por ejemplo, su flota fue comercial y no guerrera. Sus ciudades fueron abiertas, no estaban fortificadas. Su religión reconocía como dediad suprema a una diosa de la fecundidad, señora de árboles, montañas y fieras. Sin embargo, encontramos una ausencia de templos monumentales, ya que los actos de culto se celebraban en otros sitios, como lugares abiertos. En las artes decorativas, los cretenses mostraron un espíritu de independencia, ya que fueron el único pueblo europeo que, sometido a la influencia de Egipto, buscó inspiración en paisajes propios de Creta. Observando sus aguas, y sus campos, crearon sus novedosas obras.

*Faldellín: falda corta.

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